viernes, 14 de marzo de 2008

Un poema de Rafael Benjamín para nuestro Blog

HOY QUIERO DARLE TRES TROMPADAS AL DESTINO



I.

Hoy quiero darle tres trompadas al destino
morder el sol
y jugar a los dados lo que queda
resto escoria o cachivache
corazón que fuese un día
huerto y cruce de caminos
hoy abandonado
de todo abandonado
quiero darle tres trompadas al destino.


II.

Nunca supe si fue ave o lluvia venida del páramo de Cruz Verde, tal vez un rumor sobre las tejas de la casa, o una canción de despedida enredada en los goznes de una ventana de alas amarillas.

La frágil nave cruzó el vértice del sueño, el lado oscuro de un corazón desconocido, el horizonte de la geografía incierta de la piel, libro oculto, mar tenebroso.

Y pudo herir lo que no tenía filo, pudo herir la risa y el dulce recuerdo pudo herir.

Sobre la roca sólida estaba el aire, el viento, un puerto abandonado, una sombra solitaria, la mano detenida sobre el frío transparente del vidrio, la mano que inútil buscaba una caricia.

Inútil atalaya la memoria, el camino de regreso, el imposible retorno, la nada de las sombras, una mesa sin pan y sin aceite, un jardín marchito.


Necesitas – te dijo en su silencio el corazón - un rastro, uno solo para llenar los pulmones de aire, morder el sol, darle tres trompadas al destino y continuar la marcha buscando un garito, un laberinto, un santuario sin dioses, un altar sin ofrendas.

Pero pudo más la certeza de la muerte, como una enseña al viento, sin rumbo, limosnero del sueño, buscando, rebuscando algo perdido que no sabes que es, pero que necesitas para poder vivir, para poder morir en paz.

Y vino del centro del cerro un aire triste que te recordó aquel amor que te cerró sus puertas en un día sin cielo – conducías sin una señal en la lluvia, sin una estrella en el bolsillo de la camisa -
Y sabías que todo estaba perdido, perdido para siempre,
que debías seguir el camino
y que antes que el gallo cantara tres veces te habría negado

Y arrojaste a la nada de la noche la doble llave de su casa


III.

Mi nombre es el de cualquiera, puede estar en los registros de la policía
o entre los deudores morosos de un banco,
puede estar en una lista negra de un grupo paramilitar,
o en la lista de los candidatos a convertirse de un testigo de Jehová,
en la lista de desaparecidos,
en la de los que faltaron a clase,
en el SISBEN, o en el registro de desplazados,
en la lista de los sin nombre
víctimas en el computador de Mancuso o en el de Romaña,
o está extraviado mi nombre entre los nombres del directorio telefónico,
o entre los restos no nombrados de una fosa común,
o en el recibo perdido de una prendería de la Avenida Caracas,
o está escrito en una pared abaleada de Cazucá,
o junto a los innombrables dioses que afligidos
van y vienen en el Transmilenio,
mi nombre puede ser un pedazo de chatarra, un trasto viejo, una máscara rota,
una navaja de hoja cortante.


IV.

Tengo el alma gastada de tanto vagar, de tanto arrastrar mi sombra por una ciudad que me ignora cuando estoy triste.
Sé que moriré víctima de un atraco cuando suba a Monserrate a mirar desde sus cerros el horizonte perdido de un fósil.
Van a atravesar mi corazón con un cuchillo para robarme los zapatos tenis y el dinero del pasaje en bus que oculto entre mis medias.
Van a decir que de tanto preguntar por la misteriosa morada de un fósil estoy perdiendo la fe.
Y yo no tengo otra fe les he dicho que la que alberga en su pecho una mujer que amo en silencio.
Que mi religión es un árbol, una roca, una mirada.
Y que está dicho que moriré atropellado
por un vehículo público por culpa de la guerra del centavo
y quienes acudan en mi ayuda
me van a robar el reloj y el dinero del pasaje que oculto entre mis medias.


V.

La línea amarilla de los taxis
me separa de las montañas
y hay un hilo de mostaza sobre el perro caliente que devoro.
Todo a la espera
- en la tarde iluminada sobre la Mediatorta -
de una cita incierta
y de la respuesta a un mensaje de náufrago
que me dice que la mujer que viene en la distancia
de chaqueta roja
eres Tú
La misma que olvidó mi nombre
mi e-mail
la talla de mi camisa
la distancia de mi abrazo.
Rafael Benjamín

No hay comentarios: